lunes, 5 de noviembre de 2007

La lengua de Castilla









La consolidación de la doctrina política española, centralista y uniformadora, se lleva a cabo intentando convertir en nación única un espacio plurinacional. Pero, una nación, un pueblo, para ser identificado como tal, necesita de una cultura, una tradición.... una lengua. "España" nunca existió como pueblo. Fue la alianza de terratenientes y oligarcas la que creo un mercado unificado y a ese emporio comercial y político quisieron darle el nombre de España.
Este estado artificial, creado por intereses, necesitaba parecer una nación. Al no existir, no tenía ni cultura, ni lengua, ni historia. Donde antes coexistían distintos pueblos que conservaban sus propias leyes e instituciones, sus propias culturas y lenguas, crearon una administración centralizada y anuladora de toda diferencia. En su ideario, las culturas de los distintos pueblos, y con la castellana a la cabeza, se convierten en españolas. Y, como una nación siempre tiene una lengua que la identifica, no podían permitirse la convivencia de distintos idiomas. Se apropiaron del castellano para utilizarlo como instrumento de dominación política. Los mismos intereses que habían llevado a estos oligarcas a imponer una nación artificial, les guiaron para cambiar de nombre a la lengua usurpada.
Las distintas lenguas del "Estado español" se prohibieron. Parecía que ahora la historia no era algo vivido, reflejo de la realidad de un pueblo, sino algo que se inventaba según conviniera. La historia de nuestra lengua, de nuestro pueblo, pasaba de la creación a la invención: de Castilla a España, del castellano al español. Castilla se convirtió en una víctima más del españolismo, pero quizá fue la peor parada. Además de anular nuestra cultura, nos arrebataron ese elemento comunicador y creador que da cohesión e identidad a un pueblo. Identificaron nuestra lengua con intereses que nada tenían que ver con el pueblo castellano.
Desde la «oficialidad», se intenta justificar el nombre de "lengua española" con alegatos que contradicen lo que defienden. Según estos defensores del "español", la lengua de Castilla se convirtió en española al traspasar sus fronteras, por no ser excluyente; ya que se habla en muchas comunidades políticas distintas, se utiliza el "español" en vez del castellano como convergencia que pueda garantizar la comunicación. Pero, si, según ellos, "España" es "una de esas 20 comunidades políticas" que utilizan nuestra lengua, las 19 restantes no son "españolas". La mayoría de esas comunidades políticas son americanas; y, América no es "España". A no ser que se denomine "lengua española" por un intento de proseguir con la colonización, ahora en lo idiomático, como forma de transmitir una ideología y unos intereses.
Así, cuando se independizaron algunas repúblicas americanas, existía un miedo a la fragmentación del "español", como había ocurrido con el latín a la caída del Imperio Romano. ¿A que respondía tanto temor ante la posibilidad de que cada pueblo adoptase libremente su fomia de expresarse?.
Desde los tiempos modernos, el Imperio devoró Castilla. Una de sus armas fue nuestra lengua, utilizada por los colonizadores para imponer su poder. A decir verdad, la lengua "española" no cruzó fronteras, las asaltó. Se obligaba a los distintos pueblos a comunicarse en un idioma que no era el suyo. Ellos, muy a su pesar, contribuyeron al enriquecimiento del castellano.
Ya es hora de desenmascarar a los que tanto daño nos han hecho y nos están haciendo. Reflexionemos sobre nuestra historia y distingamos lo creado por nuestro pueblo y lo inventado para dominamos. Hoy, nuestra lengua es utilizada por los medios oficiales "españoles" como un instrumento más, junto a otros, como la atomización y división de Castilla en varias comunidades autónomas, para la negación del propio hecho nacional castellano y de nuestra identidad como pueblo.
Como nacionalistas castellanos, no creemos que nuestra cultura, nuestra lengua, sea superior a la de ningún otro pueblo; pero, la lengua castellana es nuestra historia pasada, presente y será la futura. Nuestra obligación es defender el patrimonio de nuestra tierra. El castellano seguirá evolucionando con nosotros, con nuestro pueblo, y con todos los que respetándolo quieran utilizarlo como instrumento de comunicación y creación.

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